Aquí estoy de nuevo, aferrado a este árbol que nace entre
raíces de cal; a este que detenta en cada hoja la pupila de mis ojos; a este
que da nacimiento a mi canto entre vientos de la noche. Aquí estoy, con el
rostro en las rodillas, pensando en otra ruta, buscando otra salida.
Aún deseo escribir: Observo la figura de los astros con un
hilo de preguntas en cada pestaña; trato de esculpir la inmensidad del universo
con algunas líneas; dibujo el mensaje de las nubes con unos pocos versos. A
penas, si puedo, me pongo de pie y saludo desde este tronco a una migración de
aves, pero no puedo mentirme, no puedo engañarme –me digo ahora que amanece–:
Alguien que da vida a un árbol, que acaricia cada uno de
sus frutos y encuentra refugio al abrigo de su sombra, no puede colgarse de sus
ramas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario